domingo, 14 de diciembre de 2014

La poesía de la profesora Elena


“La mujer no es una flor que se mece en el invernadero de la burguesía, sino un rosal que florece en la tempestad revolucionaria del proletariado”
Presidente Mao Tse-tung














De cómo surge la luz en las tinieblas

Las mejores obras son las que se realizan en medio de grandes tinieblas y a contracorriente de las tempestades que agitan el alma de quienes han caído en las mazmorras en plena lucha contra las injusticias de su tiempo. Escribir se convierte en una forma de lucha. Escribir es combatir contra el frío del cemento en medio de un olor a mar, el silencio de una isla, el traje a rayas que provoca las “muecas triunfales” de quienes quieren escindir, con los grilletes en las manos y una revolución a cuestas: esperanza de un pueblo que luchó, lucha y sigue luchando hoy en las nuevas condiciones. 

Ya la historia del proletariado internacional registra una obra hecha en el fragor de la segunda guerra imperialista de rapiña: Reportaje al pie del patíbulo. Allí Julius Fucik nos entrega su testamento, su reportaje, su poesía, su espíritu de comunista, y este es el mismo espíritu de la profesora Elena Iparraguirre Revoredo. Pankrac y la isla San Lorenzo son el telón de fondo de esta agonía en el sentido de Unamuno. En Pankrac, Fucik luchaba contra las hienas nazis de una guerra causada por la crisis económica del capitalismo. En San Lorenzo, primero, y en la Prisión Máxima de la Base Naval del Callao, luego, y hoy, en la Prisión de Ancón, la profesora Elena lucha contra las cabezas negras de la facción más recalcitrante de la reacción de una guerra que ya culminó y fue causada por las condiciones de opresión y explotación del pueblo peruano.

La poesía ha sido la herramienta necesaria empuñada a partir del aislamiento perpetuo en el que ha sido aherrojada Elena. Desde los primeros meses de su encierro toma la decisión de escribir y en sus primeros poemas se plasman las emociones y los sentimientos que causa el verse y saberse encerrada tras rebelarse contra el sistema. Tal es su poema Nº. 1, el cual contiene el rumbo y la línea desenvueltos en las nuevas condiciones de la lucha de clases.

 Y mi corazón
 desgarrado
 hasta agrietarse
toca las pupilas
 de mis ojos
 buscando bañar
 mi cuerpo en llanto

Pero mi alma
templada
en acero
rojo comunista
la detiene
y se yergue encabritada
cabalgando
por los voluptuosos
Andes combatientes.
Desafiando
 las tormentas
de las estrechas
costas del Pacífico
y deslizándose
suave, tierna
cual espada toledana
por los caudalosos
ríos de la selva.

Es mi tierra,
es mi pueblo,
es la nación
que se está forjando
en ardorosa Guerra Popular

Y entonces, mi pasión
así alimentada
transforma el dolor en fuerza
y lo eleva al canto
y canto:
Ya no será contigo
 ni mañana
Pero pronto, muy pronto
¡Todo el poder para el Partido y el pueblo!

Nov 92.

Las primera líneas del poema suscitan un sentimiento de dolor total por la detención, pero inmediatamente la ideología científica cumple su papel esclarecedor; sierra y selva son los territorios por donde hasta en ese momento se extendía la epopeya, pero lejos de cualquier obcecación visceral su canto termina en las últimas cuatro líneas con la conciencia de que una etapa debía terminar, teniendo gran optimismo en el futuro. Mientras tanto, la forma artística empieza a forjarse y a servir al contenido que se quiere expresar. Son los primeros estertores de su arte.

Hace varios años ya que se publicó Parvulez, el poemario que tiene como protagonista a la mujer en su papel de hija, de madre, de compañera y como centro la lucha. En Eres una imagen indeleble se encuentra expresada melodiosamente la lucha que emprendió Blanca Revoredo por la libertad de su hija. 

Sola
te empinaste
sobre el gris de desventuras
arrollando avatares
con permanente optimismo
hasta conquistar la grandeza
de la madre ejemplar
la esposa y la mujer del pueblo.

Se trata, entonces, de una madre que lucha diariamente por los de abajo. Ante esta figura de madre sucumben todos los estereotipos, enarbolados por la burguesía, de la madre que está solo para dedicarse a la crianza de los hijos y "atender al marido". 

Luego esta hija de la madre del pueblo se transforma también en madre, pero sus hijos no son únicamente suyos sino los que luchan diariamente en la lucha de clases; esta idea está claramente expresada en Llamé:

Llamé
Y la vida
en su riqueza de ofrendas
por coger
hizo cuerpo
tocó dos veces
el bien de su nacer
y me extendió
al instante común maravilloso.

Llamada
mi vuelo repentino
dolor
necesidad insoslayable
cuota de guerra
lanzó dos flechas
antes.

Aquí
las vuelvo a ver
mujer y hombre
almas nuevas
divergentes corren
combatientes de la vida
tocados
llaman su respuesta.
Discurrir social de la materia eterna
Con mirarlos
gozo.

Es sabido que la profesora tuvo dos hijos a los cuales debió dejar antes de entrar a los tiempos de guerra; sin embargo, este poema nos sugiere que no se ha quedado sin hijos y que sus hijos son los “combatientes de la vida”. Terminada la guerra, el hijo de carne y hueso interroga a la madre sobre su decisión de dejarlo y la respuesta es firme y clara en las últimas líneas de Setiembre:

Porque había tanto que hacer
para volver el mundo al revés
que bajo el sol rojo
me hice soldado
y volví a nacer

Muchas mujeres combatientes tuvieron que hacer lo mismo en tiempos de guerra no sin antes haber experimentado un gran dolor para luego reponerse y seguir luchando. Ellas, hoy prisioneras políticas estigmatizadas por su doble condición de mujer y luchadoras sociales, “dieron su sangre y su prisión/para que nazca un día/el hijo sin opresión” (del poema Fuiste conmigo un día). Nuevamente, aquí está presente la figura del hijo que vendrá de un parto no biológico sino político y social.

La mujer proletaria ama como ninguna otra y expresa su amor. Apreciemos la últimas líneas de Flota en el mar: Hecha está la cuenta / Y alta es la cuota de amar al hombre. El hombre es el compañero de clase, un “hombre de inalterable convicción/ en las lejanías de su nocturnidad/pone este hombre sus dos hombros/y encienden sus ojos el brillo/ del fuego de la fragua/sabe que cuaja en el repliegue/ el murmullo de otras altas olas. Es una mujer que comparte con él sus penas y esperanzas; una mujer siempre optimista acerca del futuro.

Estos son solo algunos de los puntos que queremos remarcar, por ahora, de una obra artística que está en constante movimiento y va enriqueciéndose por los insoslayables sucesos actuales de la lucha de clases. 






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